Un año más llegan las ansiadas vacaciones de Navidad, y toda su parafernalia consumista, que nos crea un entorno que genera cada vez más y más necesidades superfluas. Según el DRAE, el consumismo es “la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.”
¿Está la Escuela educando frente a esta ola de consumismo a ultranza?
La respuesta es no. Naturalmente que se realizan acciones y actividades puntuales, pero no suficientes. Nos encontramos bajo un paraguas educativo eminentemente curricular, en el que la escuela como institución, todavía mantiene una función instructora que debe de ir evolucionando para transformarse en una verdadera función educativa en su más amplio sentido de la palabra.
¿Por qué es importante educar para el consumo?
Si tenemos la convicción del poder de la educación para transformar la sociedad y asumimos que es la mejor herramienta para dotar al ser humano de una serie de valores que sustentan la humanidad, ¿por qué los sistemas educativos no fomentan esos valores que consideramos vitales?
En realidad, prácticamente todo lo que nos rodea es consumo, y es esencial promover el sentido crítico que proporcione a nuestros alumnos la posibilidad de un crecimiento y desarrollo personal que les permita ser unos ciudadanos con las competencias necesarias para mejorar su entorno.
La Estrategia Europa 2020 dentro de sus cinco objetivos y sus iniciativas, se plantea la sostenibilidad energética y el uso eficiente de los recursos. También uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio propuestos por la ONU, es “garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”. No es necesario decir que ambos objetivos están directamente relacionados con la Educación para el Consumo. Es decir, no es nada nuevo exponer que caminamos hacia planteamientos globales y hacia una visión conjunta del desarrollo del planeta y que por eso, es cada vez más importante concienciar a la sociedad de que, lo que hagamos cada uno de nosotros, nos afecta a todos.
¿Cómo se trata el consumismo en el sistema educativo?
Los docentes consideramos importante educar en este ámbito pero como siempre que en Educación hablamos de temas transversales, es una transversalidad…¿a qué? Sus contenidos se diluyen y finalmente, acaban en tierra de nadie. En los currículos de todas las materias aparecen epígrafes relacionados con los valores, aunque, curiosamente, en Secundaria por ejemplo, si buscamos la palabra “consumismo” en el R.D. del currículo de ESO y Bachillerato, (que recordemos marca los contenidos mínimos para todas las comunidades autónomas) sólo se cita dos veces.
Una vez en el currículo de “Valores Éticos” en 4º ESO, en el Bloque de La Justicia y la política; que además, es una materia optativa, y que el alumnado que opta por religión, no la cursa:
“Diserta y elabora conclusiones, en grupo, acerca de las terribles consecuencias que puede tener para el ser humano, el fenómeno de la globalización, si no se establece una regulación ética y política, tales como: el egoísmo, la desigualdad, la interdependencia, la internacionalización de los conflictos armados, la imposición de modelos culturales determinados por intereses económicos que promueven el consumismo y la pérdida de libertad humana, entre otros”
Y en la segunda ocasión en “Cultura Científica” en 1º de Bachillerato (también materia optativa):
“Valora de forma crítica la constante evolución tecnológica y el consumismo que origina en la sociedad” en el Bloque de Nuevas tecnologías en comunicación e información.
Si aparece la palabra consumo en los Objetivos Generales de Secundaria:
“(….)Valorar críticamente los hábitos sociales relacionados con la salud, el consumo, el cuidado de los seres vivos y el medio ambiente, contribuyendo a su conservación y mejora.”
Pero ese objetivo general no se traduce en un tratamiento en todas y cada una de las diferentes materias. En un análisis somero de este currículo oficial, observamos que el desarrollo que se le da al contenido “consumo” es muy limitado y aparece reflejado en algunos bloques de contenido, en concreto en cinco materias de la ESO (algunas de las cuales son optativas en algunos cursos) y en las materias de Bachillerato en las que aparece, todas ellas son optativas.
Entonces…¿cómo vamos a conseguir un Objetivo General de la ESO, que se supone que TODOS los alumnos tienen que alcanzar al finalizar esta etapa, si no se trata desde una perspectiva global y verdaderamente transversal?
Propuestas para trabajar el consumismo en las aulas:
Una posible solución sería que cada centro crease su propio plan o programa en el que se contemplasen los objetivos y acciones relacionadas con la Educación en Valores (o como queramos denominarla), en el que partiendo de objetivos claros y concisos, se expresaran las acciones a desarrollar. En relación al tema que nos ocupa, la CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado) nos sugiere un buen puñado de objetivos en la propuesta que Desiderio Cantera realiza sobre la Educación para el Consumo. Algunos de ellos (por no decir todos), deberían de ser asumidos por los centros educativos:
Definir con rigor conceptos básicos de la educación para el consumo como: consumo, consumismo, consumerismo, mercado…
Dar a conocer los aspectos esenciales de la legislación sobre el consumo.
Denunciar los mecanismos de manipulación y advertir sobre los riesgos de la publicidad engañosa.
Tomar conciencia de que en la educación para el consumo han de implicarse Administraciones Públicas, Familia, Escuela, Asociaciones Consumeristas, etc.
Diseñar estrategias para introducir actividades de educación para el consumo en la P.G.A. (Programación General Anual).
Impulsar la organización de actividades que vincule la educación para el consumo con las fiestas que se celebren en el Centro: Navidad, fin de curso, etc.
Vincular la educación para el consumo a otros ejes transversales con los que se relaciona e interactúa como: educación para la salud, educación medioambiental, educación no sexista, etc.
Asumir individual y colectivamente que hemos de superar la denominada» cultura del despilfarro» e instalarnos en la «cultura de la austeridad».
Potenciar el valor de la educación para el consumo para lograr un cambio de hábitos y actitudes que contribuyan a un desarrollo personal equilibrado y maduro.
Relacionar la educación para el consumo y los valores consumeristas a la calidad de vida y a la defensa de las condiciones medioambientales.
Desde este panorama, parece que la opción más plausible que permite un tratamiento sistemático, coherente, global y de manera cíclica, de la educación en valores, en especial de la Educación para el Consumo, es el espacio de la tutoría. En Secundaria, el Plan de Acción Tutorial, organiza y planifica las tutorías y en cuyo marco se especifican las líneas prioritarias de actuación.
En este sentido, no podemos olvidar el valor de la hora de tutoría para promover, incentivar y provocar la reflexión en el aula; la reflexión compartida contribuye a dotar a nuestros alumnos de las herramientas que les ayuden a ser más críticos y reflexivos, a ser actores y no meros espectadores de lo que pasa a su alrededor.
Tal y como describía en su magnifíco artículo de 1999 en Escuela Española, Ramón Gil Martínez, cuya lectura recomiendo y aún en plena vigencia, “cada sociedad produce sus propios jóvenes, les ofrece unos modelos que, de una o de otra manera, influyen en ellos. El modelo de identidad que nuestra sociedad ofrece es un modelo “consumidor-reproductor” en el que los jóvenes quedan reducidos a una función de consumo, pero no de producción” .
Por tanto, la cercanía de la Navidad es una buena oportunidad para trabajar estos contenidos desde una perspectiva global de centro en las tutorías. Y, aunque represente un minúsculo grano de arena en la Educación para el Consumo, es momento para realizar propuestas sobre los regalos que podemos hacer y/o que nos gustaría recibir.
Se trata de generar entre todos, ideas para hacer regalos en Navidad, huyendo de los tópicos y buscando otros planteamientos más alejadas del materialismo consumista que nos rodea. Proponer ideas que nos ayuden a valorar más a las personas y no a las cosas y que, además, nos ayuden a crecer como personas.
Ser capaces de plantear un compromiso y asumirlo, de replantearnos el concepto de regalar, de hacer felices a los demás y a nosotros mismos…debe de formar parte de la educación que debemos proporcionar a nuestros alumnos. Algunas ideas sencillas, que pueden acompañarse de mensajes escritos, de audio, de cartas, notas…, y todo aquello que sirva para hacer constancia del regalo:
Reciclar prendas u objetos personales que sabemos que le gustan a alguien y regalárselo.
Una nota a tu hermano/a diciéndole que compartes tu ropa (objetos, espacio…) con él/ella.
Regalar a tus abuelos /tíos etc. una visita semanal.
Comprometerse a realizar un acto solidario: una visita periódica a un centro de ancianos, colaborar en alguna actividad social, etc.
Realizar un propósito medioambiental: encargarse en casa del reciclado de papel, plástico, etc.
Un “Vale por…” realizar un determinado cometido por un tiempo determinado a un miembro de la familia, amigos, etc.
Romper con un mal hábito, escribirlo y publicitarlo a nuestro entorno más cercano.
Ser amable. Este regalo es agradecido por todo el mundo. Debe de concretarse en la persona/s y/o momentos para que sea un verdadero obsequio personal e intransferible.
No relegar y/o postergar las tareas que menos te gusten y que siempre molestan a algún miembro de la familia o amigos. También debe de precisarse cuál, cuándo…
Crear un compromiso de expresar lo que sientes de manera asertiva con esa persona que tienes más problemas de comunicación…
A las ideas anteriores, que son totalmente gratis, podemos añadir otras que fomentan un consumo responsable, como: regalar entradas para teatro, cine, conciertos, comprar regalos en tiendas de comercio justo, apadrinar un niño, regalar una cuota para una ONG, realizar una manualidad personal, escribir un poema, etc., son otras opciones de regalos que educan en un consumo responsable.
Seguro que a cualquier miembro de la familia, amigos, novios/as, vecinos, etc les encantará que hayamos pensado en alguna de las ideas anteriores para ellos. Con las sugerencias anteriores, pueden surgir muchas más ideas; son regalos diferentes y especiales, pensados con una intencionalidad y dirigidos a una persona concreta.
En definitiva, se trata de pararnos y reflexionar con nuestros alumnos y/o hijos, sobre lo que es verdaderamente importante en la vida, ya que en estas fechas nos vemos abocados a un consumo incontenible e irracional.
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